Los conflictos interétnicos son dolorosos, largos y profundos. Se sumergen en el tiempo y pueden emerger posteriormente después de muchas décadas, incluso siglos.
Nuestro conflicto en el sur de Chile es de larga data. En los últimos 30 años, ha transmutado hacia una situación de mayor envergadura, que desencadenó un complejo escenario de violencia, con aristas que van más allá de las demandas y reivindicaciones de carácter étnico.
Dicha violencia ,-está comprobado-, no se resuelve con más violencia. La única salida es mantener el diálogo. En especial el diálogo entre culturas y visiones complementarias.
Por eso el programa DIBB, que ejecuta la UBB con financiamiento del Gore Biobío, pretende generar las condiciones para un reencuentro entre los actores más relevantes del conflicto.
Una articulación, que es inclusiva y respetuosa, donde se debe manifestar un real compromiso de valorar la complementariedad de visiones de mundo, para así contribuir de manera positiva a los espacios de cambio cultural.
Buscamos espacios que paulatinamente propicien caminos estables para la superación de los desencuentros y la violencia social.
Por lo mismo, para tener éxito, DIBB (Diálogos Interculturales del Biobío) requiere de lo siguiente:
- Un compromiso ético, que implica proceder con empatía, respeto, horizontalidad, honestidad.
- Resguardo del proceso y de las personas involucradas. Solo de este modo es posible generar las confianzas necesarias para avanzar.
- Escuchar para comprender, antes que para responder. No basta solo con escuchar, sino que es necesario aplicar una escucha activa.
- Generar un estándar mínimo de comprensión de los conflictos y de la realidad de la diversidad de los actores.
Es preciso entender el conflicto como una situación en la que dos o más partes creen tener metas que son incompatibles.
¿Cuáles son estas metas, por qué y cómo han sido pre concebidas por las partes? ¿O podemos pensar en un futuro colectivo y común?.
El diálogo en sí es un esfuerzo de largo aliento. Un proceso que se caracteriza por preparar el terreno para futuras negociaciones y acuerdos.
Para tener éxito, debe estar presente en todo momento. Por eso el diálogo es la mejor herramienta para transformar conflictos y cultivar una gobernanza constructiva, pacífica y próspera.
Entidades y organismos internacionales de países como Nueva Zelanda, Cataluña en España, Colombia y Noruega recomiendan propiciar procesos paulatinos, con diseños prolijos, socializados y retroalimentados permanentemente por las partes involucradas.
Quienes convocan y los convocados deben manifestar una férrea voluntad de cambio…
Al respecto, el Grupo de Trabajo de Pueblos Originarios de Naciones Unidas, señala que los acuerdos se deben originar sobre la base de mecanismos objetivos.
Esto quiere decir: medidas y compromisos concretos, que destaquen el valor de la diversidad de las personas y las colectividades, considerándola como parámetro de virtud y un puente para un mejor convivir.